Dosis de Humanidad y un Corazón Atómico.

Julieta Casillas Chavira, entrevista a

Mojo (Rogelio Rodríguez Suárez), Guadalajara, Jalisco

Artista multidisciplinar, apasionado y de gran sensibilidad

 ¿De dónde nace Mojo?

Me dicen Mojo desde que tengo 9 años, nace de la carrilla de mis compañeros de escuela; al principio no me gustaba porque me recordaba lo molesto que sentía al escuchar a mis compañeros; conforme pasa el tiempo me acostumbro y me ha permitido crear a una persona que esta mucho más alineada a lo que yo quiero ser para mí que lo que me dijeron que yo tenía que ser.

Yo me puedo presentar como Mojo y poder crear a este personaje con libertad de movimiento, hacer lo que yo quiero, sin tener la carga de la expectativa.

¿Qué quiere ser Mojo?

Quiero ser feliz.

Lo pienso en el corto, mediano y largo plazo; busco mi felicidad y procuro mi libertad a partir de ello.

Alrededor de mis 14 años descubrí que tenía que trabajar para toda mi vida, si yo si quería participar en el sistema y generar algo que me permitiera participar en la sociedad, me propuse que ese algo me hiciera feliz.

Yo chocaba mucho con la idea de estar en un lugar donde invirtiera mi tiempo a cambio de dinero, cuando ni mi mente ni mí corazón querían estar ahí, pero mi cuerpo físico tenía que estar ahí a cambio de una paga quincenal, entraba en un conflicto gigantesco y empezaba a sentirme infeliz; porque ya no era dueño de mi tiempo.

Entonces a corto plazo, lo pienso así, seguir siendo feliz con las cosas que hago y me planteo; y seguir siendo dueño de mi tiempo.

A mediano lo pienso cómo seguir desarrollando mi carrera como artista plástico.

Este año ha sido de muchos cambios en cuanto a permitirme hacer cosas que quizá antes no me imaginé, que no estaban dentro de mi esquema de lo que era un artista; entonces en la medida en la que yo me pueda seguir sorprendiendo, voy descubriendo nuevas maneras.

Y a largo plazo quiero continuar siendo feliz con lo estoy haciendo y hacer que valga la pena tantos sustos y sobresaltos en el camino a hacer una vida de mi arte.

¿En qué etapa de tu vida descubres que podrías ser artista? ¿Eras ese niño que pasaba horas dibujando?

No, no era ese niño que era bueno dibujando, ni jugando con plastilina.

Tengo mi primer contacto con el arte gracias a mi abuela, ella pintaba al óleo; no llegue a platicar sobre esto con ella porque como no me interesaba y todavía no me llegaba esa chispa por la plástica, veía sus pinturas y me causaban algo adentro, pero nada más.

Cuando tengo como 19 años y me salgo de mi casa y llego a otra parte donde “bueno ya no tengo que trabajar solo para la guitarra eléctrica, sino para vivir” y pasa que trabajé en Starbucks, McDonald, haciendo café, pizza, sirviendo nieves, cargando bolsas de mercado y nada me llenaba.

Y durante una comida familiar veo a un tío y me comenta que “el arte es el único momento en el que el humano puede ser verdaderamente libre” esto llamo mi atención, aunque no lograba entender que es lo que me trataba de decir; y por ese entonces pasaba que no me gustaban mis trabajos, se alinea con este comentario.

A la par comienzo por viajar fuera de México y me gusta la idea de ser dueño de mi tiempo, hacer lo que quiero y ganar dinero por ello. Entonces me digo a mí mismo “ya me di cuenta de que tengo que trabajar y por otro lado ya me di cuenta de que me gusta viajar”, además no me gusta la idea de que a cada lugar nuevo que llego pedir trabajo de mesero o haciendo café, entonces me planteo la idea de “¿qué tal si hago lo mío de manera tal  que no importa el lugar en el que este siempre y cuando tenga las herramientas o los medios necesarios yo lo pueda ejecutar?”

Entonces me vínculo con la fotografía artística, es cuando empiezo a recrear estas escenas donde hago máscaras de papel mache con el cuerpo pintado y les tomo fotos, y eso era para mi muy práctico porque me permitió encontrar una forma de expresarme que tampoco sabía que podía hacer, se acomodada a eso que estaba buscando, y fue un acierto para mí, hacer fotografías y empezar a venderlas.

Continuando con la historia ¿Qué sigue Mojo?

Después de viajar por un rato, en el 2012 organizo una exposición colectiva aquí en Guadalajara en una bodega muy linda en la colonia americana y la adecuo con 3 meses de anticipación; ahí participan 7 fotógrafos y con lo que vendo en esa exposición me voy a vivir a Sayulita, ahí conozco a una pintora de San Francisco, y ella se convierte  en mi mamá del arte y al ver mis ganas de aprender me contrata como su aprendiz, su ayudante de estudio y esto me permite verla trabajar en su estudio y galería, a la par conocer cómo se maneja y administra un artista  en relación a los clientes.

Le ayudo con el estudio, la galería y aprendo técnicas de acrílico; ella me invita a mi primera exposición colectiva en EE. UU. tenía como 23 años y ahí por primera vez pienso “quizá pueda hacer una vida de esto”.

A la par ya estaba pintando, yo tenía una idea muy rígida de lo que quería pintar, yo quería pintar figurativo y como no me salían, no quería mostrarlos, porque no eran el resultado que yo quería. Dure como un año pintando sin que nadie se enterara.

Continúe haciendo fotografía, entonces esta persona me alienta a mostrar mis pinturas, ahí me permití ser y mostrar lo que había en mi cabeza.

¿A qué te refieres con que eras rígido?

Por ejemplo, al hecho de querer hacer los rasgos faciales donde la anatomía lo indica; a la fecha me sigue costando con ciertas cosas, me doy cuenta de que mientras más me permito salir de esa rigidez, mucho más lo disfruto y encuentro la expresión más rápido que dentro de la norma.

Y hay una segunda exposición…

Si, fue en la galería de Sayulita y de pinturas en acrílico, donde era en grandes formatos.

 Yo la verdad no sabía ni como tomarme a mí mismo, estaba experimentando y no era consciente de lo que estaba haciendo, simplemente tenía ganas de hacerlo y lo hacía, practicaba el quehacer artístico desde ahí.

Vendí pocas piezas y hubo un quiebre para mí, pensé “no me puedo casar con una sola cosa ¿qué más hay?”

¿Cómo llegas a lo que hoy representa tu obra?

Estando en San francisco estaba vendiendo poemas y llevaba un registro de a quienes se los vendía con el nombre de la persona, de que trataba el poema y cuál era la intención, o sea que era lo que esta persona quería comunicar con ese poema.

Entonces de regreso de EE. UU. rento una casa en Tapalpa durante dos meses y me voy a pintar, y me propongo a pintar a las personas que les vendí esos poemas, entonces genero unos cuadros en donde solo esta una cara y un cuello muy largo, aquí resignifico a la persona.

Yo tenía la visión final de mi proyecto, donde veía los cuadros colgados en una galería, pero también me planteaba “estaría chidísimo que estos personajes que me están viendo en los cuadros puedan estar presentes en tres dimensiones dentro de la galería”

Y aquí “digo ¿cómo hago esto?”, lo que no sabía era que lo que yo me estaba planteando era un proceso escultórico, yo solo lo pensaba como un complemento a mis cuadros.

De regreso a Guadalajara y a la respuesta ¿del cómo hago eso?, me encuentro con un curso básico de moldes y resinas y lo tomo.

Al momento de tomar el curso me doy cuenta de que lo que me enseñan es algo muy sencillo a lo que yo quería hacer, entonces me doy cuenta de lo complicado que sería hacerlo a mi manera.

Entonces termino el curso, me compro material y experimento en mi taller, y claro que no me sale nada y ahí digo “chao” pintura y me clavo durísimo con los moldes y con los procesos escultóricos, que es dominar la resina, el silicón y la fibra de vidrio; inicié por sacar moldes a objetos, todavía no modelaba las cosas, reproducía lo que ya existía

Hasta que un día dije ¿y si yo hago con mis manos el objeto al que le voy a hacer el molde?

Entonces compro plastilina, y esto es escultura.

Mi obra es autobiográfica, el niño que está recargado en sus rodillas y como en posición de pensador, así me sentía yo en ese tiempo; un poco frustrado pensando en que estaba atorado, estaba haciendo murales, fotografía, pintura, pero mis precios no crecían, mis clientes eran los mismos; se repetían las mismas situaciones.

Tomo esa sensación y la moldeo en plastilina que después se convierte en mi primera pieza en resina que es el niño.

Ahí encuentro que en la figura humana me puedo traducir a mí mismo en este trabajo y me late muchísimo la idea.

No ingresé a la figura humana con un referente previo.

Sabiendo que me gustaba la figura humana, me pongo a buscar personas y por azares del destino, pintando un mural en la ciudad de México conozco a un escultor muy famoso de Michoacán, resulta que pintando, necesitaba una escalera y se la pido a él en la calle, y me dice “si te la presto ven a mi taller” y me da su teléfono y al momento de registrar su número le pido su nombre y dice “me llamo Javier Marín” “ yo atónito.

Unas horas después acabo en su taller y me quede sin palabras; ver esos monos gigantescos de plastilina, el llevar la escultura a esas escalas, contar con ayudantes, el tamaño del taller; me marco esa experiencia, fue una revolución muy grande en mi cabeza.

Regreso a Guadalajara después de ese evento y trabajo durísimo por dos años con la figura humana, y a finales del año pasado me vuelvo a encontrar en esta situación donde no me siento a gusto conmigo mismo y me doy cuenta de que más allá de quien soy yo como artista, estaba tratando de imitar a alguien.

Platicando con el mismo tío, hablábamos de una persona y decíamos “que tal persona necesitaba comerse unas galletas de humildad” y me quedo reflexionando en esta idea de las galletas de humildad y digo “no es galleta, ¡es una pastilla que me pueda tomar para sentirme mejor!”

Me lanzo a mi estudio y hago los primeros dos modelos, uno fue la pastilla de realidad de 400mg y la otra pastilla de humildad de 100mg.

Veo que es una idea que se puede desarrollar hacia distintos lados y que al final depende de mí hacerlas, es aquí donde me salgo de la figura humano y me vuelco en la literalidad del objeto que son las pastillas.

¿Cómo decides los miligramos de cada pastilla?

Al momento de pensarlas me las imagino para mí, lo que voy necesitando más, y lo que voy necesitando menos, en base a eso decido los números.

¿Pueden variar los miligramos?

No, cuando ya hay un concepto con un gramaje determinado, es fijo.

El concepto nuevo, es producto de una autopercepción, de un momento de reflexión y dependiendo de lo que considero necesitar, es el gramaje que van a tener. Van de la mano de lo que me va sucediendo.

¿En qué te basas para determinar el concepto de una nueva pastilla?

En la sensación que me genera un momento determinado, por ejemplo, en este momento ¿qué emoción o sensación podemos compartir tu y yo a través de esta charla? y más allá de la connotación positiva o negativa que pueda tener, nos reconoce como humanos.

Con los conceptos de las pastillas busco los contrastes, en este momento de mi carrera pretendo ser un artista con propuesta, más que complaciente.

Este momento de mi carrera me parece muy importante, porque me está definiendo como artista, pues cada vez me conocen más personas, entonces los contrastes de las pastillas me permiten dar un mensaje contundente, más allá de complaciente.

Mi arte está ligado a mi relación con el mundo, es como yo digiero el mundo y las cosas a las que me voy enfrentando conforme voy creciendo, es un proceso constante de digestión.

Hace poco me quitaron una muela del juicio y me dolió tanto que me hizo reflexionar muchas cosas, y ahora estoy modelando unas muelas en plastilina que van de cerámica.

Investigando sobre las muelas que es parte del proceso porque yo no soy ese artista que presenta y dice este es mi arte y punto, sino como ser social que soy, investigo antecedentes de lo que me interesa plasmar para tener así más recursos al momento de expresarme. En este caso encuentro que la muela en los dientes es la parte funcionales que nos ayuda a triturar los alimentos de manera que al tragarlo y llegar al estómago le sea más fácil digerirlo; esto los comparo con los momentos de reflexión, porque las situaciones que se presentan en la vida y que son difíciles de tragar, como realidades y vivencias cuando les damos el momento de reflexión equivale a “masticamos la idea” de manera que lo que nos pasa sea más fácil de asimilar.

Al observar la diversidad de tus trabajos, veo a un artista con libertad, que se permite explorar sin la rigidez de seguir una línea…

Si, cuando iniciaba me causaba conflicto escuchar de las personas que me decían que no podía hacer dos cosas, que me dedicara nada más a una. Y no, porque al final de cuentas el artista soy yo, a mí me gusta y lo disfruto.

Como artista me gusta explorar que otros recursos puedo tener para expresarme, siempre desde la curiosidad, es el no quedarme con las ganas. Me permito abrirme al momento histórico en que vivo, por ejemplo, tengo un proyecto que por el corto periodo de tiempo en que tenía que estar, me propongo buscar como acelerar el proceso y como resultado del “cómo” lograrlo, en este momento las pastillas las está haciendo un robot; porque estoy rodeado de tecnología y se presta a que esto en particular, lo haga una máquina. Esto no significa que yo me deslindo del proceso, soy parte “de” para la consolidación del objeto, solo utilizo a mi favor el uso de la tecnología.

En tu colección hay unas figuras humanas con huecos en el cuerpo, platícame sobre ellas

En enero de este año descubro la cerámica y es ahí donde incorporo a mi proceso esta otra colección que tengo de los sujetos de cerámica; aquí me planteo como puedo acelerar el proceso sin la rigidez de lo que representan los elementos del cuerpo, y pienso “en la tela” porque al final de cuentas la tela puede representar un cuerpo y la tela a su vez la caída que genera es abstracta, puede representar los elementos del cuerpo sin la rigidez de una estructura anatómica.

En dos días modelo este cuerpo del corazón atómico, o sea el traje y lo significo a través de la máscara y del corazón, entonces ya tengo un cuerpo dentro del traje ahora necesito una acción, es ahí donde coloco en las manos el corazón, hablando un poco del amor toxico.

Al entrar en la cerámica me doy cuenta de que es mucho más amable, me permite cortes y que me animan a explorarlo, no limita mis posibilidades de expresión; pueden salir del mismo molde y manifestar diferentes emociones, me voy descubriendo a mí mismo en el proceso.

Con estas figuras inicie hablando del amor toxico y conforme se fueron desarrollando los sucesos en mi vida, hoy hablo sobre la entrega hacia el amor.

¿Hay un final en tus colecciones o se pueden retomar?

Mi pensamiento original es no regresarme a lo que ya sucedió, porque ya sucedió, pero a nivel conceptual me gusta la idea del niño que en 5 0 10 años va a crecer, porque al final ese niño soy yo y si me gusta la idea de que cuando yo sea más mayor, pueda ver mis piezas y ver como reflejan mis momentos y últimamente pienso en cómo podría retomar esos elementos y mezclarlos.

Me emociona más allá de repetirlos que estén ligados

¿Cómo planeas una colección?

Mi proceso creativo yo lo veo como un rompecabezas, donde al inicio tengo en mi cabeza un 70%, y el otro 30% se complementa con pensamientos y sensaciones que me genera leer mis notas, escuchar grabaciones, ver cosas que me mandan personas y en base a eso las voy armando.

Al ser un artista que plantea, ¿cómo te defines?

Me gusta pensar en poderme hacer caso yo, a mis inquietudes que se van presentando con base a mi curiosidad y dejarme sorprender.

Algo que me gusta mucho de mi trabajo es el momento en que veo las piezas terminadas, y ahí es veo la diferencia entre lo que yo tenía en mi cabeza y como es en realidad.

¿Has sentido temor de que tu obra no guste?

Si, claro que he sentido ese vértigo del pánico, pero también me da emoción y prefiero disfrutar el momento presente y por otro lado utilizo mi experiencia para decidir.

Con el afán de no volverme ese artista complaciente, prefiero utilizar lo que he aprendido en mi tiempo de vida y en mi trayectoria como artista y confiar, entonces lo que viene, pretendo me siga emocionando.

¿De dónde se alimenta Mojo el artista?

Me nutro de lo que sucede alrededor de mí, mi proceso no es tanto desde la inspiración pura y emana de mí esas ganas de hacer algo.

Me inspira un evento que mueve algo dentro de mí; nace a partir de la observación de mi entorno, de ahí voy tomando elementos que después las traduzco a mi lenguaje, las convierto en referencias del mundo en el que estoy viviendo.

¿Te consideras un hombre actualizado?

Me parece importante y fundamental ser consiente de esas cosas, el hecho ser un artista contemporáneo implica hacer algo acorde con el tiempo en el que se creó.

Me gusta pensar en que mi obra puede ser atemporal, pero al final me inspiro y me lleno de lo que está a mi alrededor para entrar en el proceso creativo.

Mojo de lo poco que conozco de ti, veo a un artista joven organizado, que planea y administra; ¿Cómo logras esto?

En el momento que decido ser artista y lo comparto con mis conocidos claro que escucho las concepciones erróneas sobre el artista “te vas a morir de hambre” “los artistas viven borrachos o drogados” etc. y en mi caso, al asumirme como artista me planteo hacerlo con responsabilidad, a la fecha no quiero depender de nadie ni que nadie se haga responsable de mí, estudio y me preparo constantemente en la profesionalización del artista, lo que significa administrar mi dinero, mi agenda, elaborar mis contratos, porque el artista soy yo y lo hago para mí.

Debo estar a la altura de las situaciones si quiero que las cosas sigan caminando a mi favor.

Para despedirnos ¿Qué le dices a nuestros lectores aspirantes a ser artista?

A las personas que quieren ingresar en el mundo del arte, háganlo sin pretender segundos resultados, disfruten del proceso, porque todo lo demás llega solito, disfruten lo que hacen y para que lo hacen.

Los limites nos los ponemos solos y se pueden romper; las posibilidades que hay son gigantescas.

Sean sinceros con lo que tienen en la cabeza, el corazón y congruentes con lo que hacen y todo se conectará de una u otra manera.